Real

No podía saber si existias. No podía asegurarme que eras real. Que tu pelo realmente estaba tendido sobre mi ombligo mientras vos te sumergias en un sueño eterno. Que tus manos no eran de fantasía. Que no te había inventado, que eras pura luz recostada sobre mi cama. De alguna forma sabía que no eras producto de mi imaginación, y aún así me seguías pareciendo tan mágica, tan irreal. Que tuve que despabilarme para darme cuenta que no te habías ido. Y pude advertir lo equivocado que estaba Cortázar, porque el cielo podía encontrarse en una persona, sin necesidad de una rayuela.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Hablarle a la nada

S

Ojala haga frio